miércoles, 9 de mayo de 2012

CAÍDA EN PICADA



The wolrd was on fire and no one could save me but you
It's strange what desire will make foolish people do
And I never dream that i meet somebody like you

I don't want to fall inlove with you 
(Wicked Game - Stone Sour)


Hacía ya algo de tiempo desde que volvieron a hablar, él la invitó a hacer un pequeño paseo, y ella insegura aceptó.

Ese día se levantó algo agripada, su voz estaba rasposa y tenía algo de calentura en la frente, pero nada que fuera tan importante   como para hacerla cancelar.
Él llamó  diciendo – Me alisto y te paso a buscar ¿si? –  Su voz se notaba muy insegura aún, no sabía tampoco si estaban haciendo lo correcto, lo mejor para todos, lo mejor para ellos.
Ninguno de los dos sabía cómo tratar al otro, hacía mucho que no hablaban.
– Está bien- Respondió ella –  y colgaron al mismo tiempo.
Él llego y apenas subió ella al auto emprendieron rumbo a las afueras de la ciudad, él dijo que la llevaría a un lugar bonito y ella no opinó, sabía que estaría bien a donde quiera que fueran.
 Prendieron el radio y comenzaron a hablar, hablaron y hablaron y hablaron y parecía que jamás dejarían de hacerlo, se sentía mucha comodidad, seguridad, química, amistad, cariño; después de todo tan desconocidos no eran, simplemente una pareja que tuvo que separarse porque a veces el destino depara cosas que uno nunca se imagina y cuando llegan, duele,  y uno lo menos que quiere es sufrir, entonces decide escapar.
Ella se enamoró, se volvió a enamorar, lo miraba  manejando, hablando, riendo, cantando o mejor dicho gritando como solo él sabía, recordando esa cara de niño malo que desde siempre llamó su atención; en pequeños momentos de distracción ella se quedaba mirándolo hasta que él volteaba a verla, entonces era cuando ella daba un pequeño casi innotable salto y fijaba su vista en cualquier otro punto que no fuese su rostro.
Por otro lado el sintió que jamás dejo de quererla, no era ella la única que se perdía torpemente  en la nada cuando lo miraba, a él le pasaba lo mismo se perdía en el rostro de porcelana que tenía ella, tan fina, tan delicada, su inocencia, su simpatía, se perdía en el baile que hacía su cabello  al compás del viento y  su risa, esa risa la había oído en su mente por mucho tiempo tal cual la oía en ese momento y recordó cuán feliz lo hacía sentir el verla sonreír.
– No te me quedes mirando así como tarado  –  Dijo ella entre risas.
Parecía que no lo estaba pensando mucho cuando le dijo – Es que eres muy bonita -  Terminó la frase y al darse cuenta de lo que dijo intentó arreglarlo con un  – Imagina como te verías si te depilaras el bigote – Y ambos comenzaron a reír pretendiendo que el comentario anterior no sucedió, pero el momento en que él le dijo bonita  si pasó  y fue cuando ella se dio cuenta que él estaba sintiendo al parecer, lo mismo que ella.
Pasaron por un pueblo un pueblo pequeño con unas 30 casas una tienda, una gasolinera  y un  mercado, llenaron el tanque del auto, desayunaron, y volvieron a la autopista.
Luego de unas 2 horas de viaje llegaron a una playa  aislada de todo ser humano, de toda civilización una playa de arena blanca y agua completamente cristalina, con  rocas inmensas a los costados  que le daban forma de pozo al mar.
La sonrisa en el rostro de ella no puede ser descrita   –¡Es hermosa! – dijo emocionada y lo abrazó.
Bajaron las cosas del auto  y se instalaron bajo una de las rocas, para aprovechar su sombra. Se sentaron en la arena, jugaron, durmieron y conversaron durante horas
         ¿Y tú crees que vas a lograr que entre al mar? –
          Yo sé que o harás dijo ella – ¡PORQUE NO SE NADAR! –   gritaba mientas corría hacia el mar.
         ¡No te atrevas! – gritó él aún sentado, confiado en que ella no lo haría.
Pero lo hizo , ya estaba casi al final de la formación rocosa cuando él notó que ella se desesperaba, veía su cabeza por momentos sobre y otros bajo el agua, ella levantó la mano pidiendo ayuda,  él corrió y nadó hasta llegar donde ella, la sostuvo de la cintura para que ella pudiese respirar un poco luego de haber tragado tanta agua. 
         Te metiste – dijo en tono burlón ella
         Así parece– le respondió agitado
Ambos se miraban fijamente mientras flotaban en el mar y el agua golpeaba con sus rostros.
         Pero tengo que decirte algo – le dijo ella, dio una pausa y  continuó muy seria  – Pasa que si sé nadar – Y comenzó a reír, él miró hacia un costado dio una mueca de risa algo sarcástica y dijo:
         Estuvimos juntos casi un año y ¿Creíste que no iba a recordar que alguna vez lo mencionaste?
Ella dejó de reír  y lo miraba mientras él la miraba a ella, sintió mariposas no solo en el estómago , las sintió también por todo su cuerpo y notó que él seguía con los brazos alrededor de su cintura, pese a que  la confesión que acababa de hacerle volvía innecesaria esta acción .
–Ya está  atardeciendo, deberíamos salir del agua ¿No crees? – dijo ella  con la vista puesta en la de él
–Creo que deberíamos aprovechar esta puesta de sol– respondió él, dejó pasar 2 segundos y la besó.
Salieron del agua, sin hablar guardaron las cosas en el auto y comenzaron su viaje de regreso.
Estuvieron unos minutos en el auto, cuando ella intentó hablar de lo que pasó en el mar  él la interrumpió.
– ¿Podemos no hacer de este viaje tan perfecto algo incomodo?
– Esta bien – respondió ella y rápidamente con una sonrisa traviesa lanzó una broma para romper el hielo, – Así que perfecto no? – y comenzaron a reír.
Llegaron nuevamente al pueblito
–Estoy un poco cansada, y muero de sed ¿ podemos parar para comprar algo? –Preguntó ella.
– Pero por supuesto madame , estoy para servir a sus ordenes – dijo él con un acento francés pretendiendo ser gracioso.
– No seas tonto – dijo ella con esa sonrisa de niña en el rostro, que a él le fascinaba.
 Él paró el carro, bajaron y caminaron rumbo a un minimarket al final de un parque.
– Demonios! Me congelo –  dijo ella
–Tienes dos opciones, o dejas que te abrace o deja que te de mi chaqueta– respondió él.
Ella no sabía que decir, por consecuencia no dijo nada  sólo sonrió.
– Está bien entiendo, entiendo, te daré la chaqueta y un abrazo. Mujeres siempre tan complicadas – Dijo riéndose, esperando que ella ría con él. Lo logró.
De un momento a otro ella notó que estaban caminando muy juntos el uno al otro, solo hizo falta que bajara la mirada para que se diera cuenta que  estaban caminando cogidos de la mano y aunque era raro para ella, no hizo nada, porque se sentía cómoda, le gustaba, era feliz.
Llegaron a la tienda, ella cogió una soda y él una cerveza
 ella pidió chicles y él unos cigarros, ella sacó la billetera,  él pagó la cuenta.
 Salieron de la tienda y luego de burlarse notoriamente del viejito que los atendió, que parecía un ratón gordo, arrugado y orejón con una vocecita muy peculiar; entre risas y carcajadas ella se atrevió, se acercó al oído de él y le dijo casi susurrando
– Te quiero–
Él se detuvo y volteó para verla, se perdió por un momento en su mirada, olvidó todo acerca de él, su nombre, su edad, su comida favorita, el nombre de su mascota y sólo pudo pensar en cuanto había extrañado oírla decir  eso           –Yo también, también te quiero– le dijo. La abrazó ,fue por un segundo que la felicidad de ese "te quiero" le duró a él, de repente recordó que había algo que estaba haciendo mal , algo que no había  podido decidir antes del viaje,  algo que estaba planeando pero que no había tenido el coraje para hacerlo y se sintió mal muy mal, iba a decepcionarla nuevamente , pero no podía continuar de esa manera, no quería lastimarla, no quería perderla nuevamente, pero si no se lo decía estaba consciente que las cosas terminarían mal.

Llegaron a una banca  y la invitó a sentarse
– ¿Todo bien? – preguntó ella pues podía notar que algo le preocupaba.
–Hay algo que no te he dicho– respondió, y le contó lo que pasaba por su mente, le contó eso que le incomodaba y cuando lo hizo ella no dijo nada.  
Toda la magia del viaje  ya no se sentía.
Subieron al auto, él adelante ella atrás, no hablaron el camino de regreso, él se arrepentía y ella no podía creer  ser tan ingenua, él buscaba las palabras adecuadas para explicar las cosas y ella las buscaba para defenderse, él pensaba disculparse y ella pensaba despedirse; él intentaba no llorar, ella ya lo estaba haciendo.
 Llegaron a la casa de ella y como lo estuvieron pensando durante todo el camino él dijo perdón , ella lo miró y solo pudo decirle adiós


Cuando ella entro a casa, su mamá la esperaba sentada en el sofá
–¿Por qué no lo invitaste a pasar, justo íbamos a cenar?– le preguntó, y ella mientras abría la puerta de su dormitorio respondió:
–Tiene que ir a ver a su novia